lunes, 25 de febrero de 2008

Bobo-Dioulasso después de una revuelta, sin semáforos


Bobo-Dioulasso, Sector 21, el sector de los refugiados, descarga de basura espontánea.
FOTO DE MARC PEREZ CASAS

El 20 de febrero la población de BOBO-DIOULASSO, segunda ciudad del Burkina Faso, como había avisado a través del tam tam tradicional, salió a la calle a causa de los precios imposibles de alimentos básicos, acusando el nuevo sistema de impuestos sobre el mercado informal. Se había anunciado una gran huelga.

Durante dos días, el 20 y 21 de febrero todos los comercios estuvieron cerrados a causa de la revuelta violenta de la población que destruyó todos los símbolos del poder. Edificios públicos, paneles de los servicios oficiales y todos los semáforos.
La estatua de Blaise Compaoré junto con Keddafi fue la primera en caer.

Ahora no hay control del tráfico urbano, los símbolos que nos dirigían todo el día han desaparecido.
Esto es un grito desesperado de una ciudad que ha visto en estos últimos treinta años, que la capital ha pasado a Ouagadougou, una lenta caída económica y bajada de las ofertas de trabajo.
El nivel de analfabetismo no ha disminuido porque hay siempre menos interés en una escuela que no asegura un futuro mejor.

La provincia de Bobo-Dioulasso desde septiembre 2002 cuando la frontera con la Costa de Marfil se cerró, vista la gran migración de Burkinabé, que vivían en Costa de Marfil y que volvieron sin nada con todo a reconstruir, está olvidada por el poder central, preocupado en resolver los problemas de la provincia sin agua y recursos de la capital, construyendo grandes barrios residenciales de alto standing.
A una situación económica débil nacional se junta una situación de fronteras que vive la provincia de Bobo. Todo eso ha empeorado el nivel de vida de la población que tiene que endeudarse para poder comer, cuando es una región fértil y riquísima de posibilidades, donde manda, para desgracia del desarrollo local, la regla del monocultivo para la exportación, causa de todos los males.

El Ministro Thertius Zongo, Primer Ministro del Burkina desde unos meses, está intentando luchar en contra de la corrupción del poder central y de los grandes exportadores.
Este Ministro lucha también para llevar la economía a la mayor legalidad posible, imponiendo nuevos impuestos a los grande importadores que luego como consecuencia aumentan los precios a los pequeños comercios.
No hay normas en Burkina para el control de los precios.